domingo, 2 de octubre de 2016

Reflexión


Esta entrada pretende ser una reflexión sobre lo que llevamos trabajado en el curso. Comenzamos soñando que los padres y madres podían tener un hueco en la vida del centro, para que ello les guiara hacia una buena educación en sus hijos. La buena educación evita, o hace resolver los conflictos de una manera más llevadera para todos y todas y sobre todo, mejora la convivencia como tal, con todas sus letras.

Sin embargo, nos encontramos en el camino con un centro bueno, con profesorado y alumnado que responde bien al currículum, con padres con iniciativas y preocupación por sus hijos, pero al que le falta un punto de alegría, justo ésa que da la convivencia, porque precisamente por ser tan buen centro, el profesorado se ha acomodado a las  directrices que marca el director, que, por su parte, tiene un conflicto personal con las familias, que quieren entrar a formar más parte de la vida del centro, ya que únicamente se les deja ser sujetos pasivos en el centro, ya que sólo son receptores de la información que se les suministra de manera obligatoria y formal.

¿Cómo cambiar esta situación¿ Uno de mis objetivos por regla general es sentirme a gusto y cómoda en los lugares donde trabajo, por eso me gusta hacer hincapié en ese currículum oculto que todos sabemos que está, pero que si nadie mueve, así se queda. Y como soy “culillo de mal asiento” y me gusta complicarme la vida para que todo marche mejor y yo me alegre la vida, pues allá que me lanzo, a pesar de que a lo mejor nadie quiere modificar el entorno... aunque en el fondo yo creo que sí, pero no se atreven.


En este disloque de opinión personal, y contrastando tanto mis disquisiciones, como sus experiencias, con algunos sabios compañeros, llego a la conclusión de que, bien me puedo estar equivocando pretendiendo cambiar un sistema que funciona, aunque sea por inercia, bien me puedo “remangar” y lanzarme a intentar mejorar a mí manera un sistema por otro que para mí es mejor para todos y todas.

Cómo veo mi centro

  La convivencia es la acción de convivir (vivir en compañía de otro u otros). En su acepción más amplia, se trata de un concepto vinculado a la coexistencia pacífica y armoniosa de grupos humanos en un mismo espacio. 

Ésa es la definición que encontramos en la RAE. Según esta definición, la convivencia es mucho más fácil y llevadera del nivel de exigencia de la que está escribiendo esta reflexión. Según la RAE, el centro que aquí describo es un centro en que coexisten de manera pacífica y armoniosa varios grupos humanos en un mismo espacio. Sin embargo, trabajando en él, se tiene un sentimiento de soledad que a veces, a quienes nos gusta realmente convivir y compartir experiencias, nos resulta bastante duro. A ver qué opinan, es posible que sea la autora la que confunda los términos...

No se olviden de pinchar el enlace de abajo para ver la presentación completa...


http://prezi.com/uhcgxqfxb-1f/?utm_campaign=share&utm_medium=copy

sábado, 1 de octubre de 2016

Deseos para mi colegio...

La nena de esta imagen está mostrando su deseo a alguien que manda (llámese director/a), porque, a pesar de que es una niña pequeña, empieza a darse cuenta de que la escuela es un lugar donde se vive en paz, donde se juega, se aprende, le sonríen, tiene amigos y amigas y, en definitiva, donde se está muy a gusto. 
Expresa ese deseo a una persona que ella cree que tiene poder para conseguir que su mamá y su papá, que están todo el día trabajando, ocupados y preocupados por otras cosas, puedan disfrutar lo mismo que ella...

Cuando esta niña crezca, llegue a segundo de la ESO y se encuentre separada de sus compañeros porque es una niña "diferente", seguirá pensando lo mismo. Sin embargo, ahora entiende por qué la aislan, por qué es diferente. Es consciente de que su diferencia la marca el hecho de que sus padres no tuvieron tiempo para estar con ella ni para aprender a ser papás. Ella se crió sola, se educó como pudo... y no como los demás, con su padre y con su madre. 

La diferencia entre la nena pequeña y la adolescente, es que la segunda ya no lo pide con pena ni con deseo, sino a gritos e insultando al director, con rabia... porque no hubo una clase en la escuela donde enseñaran a sus progenitores a ser eso mismo, ni a disfrutar, ni a pasarlo bien aprendiendo a ejercer de lo que eran realmente con respecto a ella: su madre y su padre.